Tal como el cine, el amor también nos puede desviar de la realidad. De ahí que tanto el enamoramiento, como las películas de desamor y amor que representan sus historias –y que hemos idealizado y tomado como referencia para nosotros mismos– sean tan placenteras. No obstante, en el mundo hay una enorme diversidad de experiencias amorosas, de rupturas y discusiones que difícilmente son retratadas en películas comerciales. Nos hemos acostumbrado a ver a la misma pareja que enfrenta obstáculos y terminan siendo felices para siempre.
No obstante, también hay películas que complejizan el amor, que muestran un poco de esa diversidad de experiencias que aún puede ser difícil encontrar en Hollywood. Estas son algunas de ellas: desde la Nueva Ola francesa con esos personajes rebeldes que cautivaron al público francés de la época, hasta la última película de Charlie Kaufman que cultiva preguntas desde la mente de la protagonista Lucy.
Esta película forma parte de una antología de cinco historias que tiene como hilo conductor a un emblemático personaje: Antoine Daniel. A este joven lo conocemos desde pequeño en Los 400 golpes, en donde revela su espíritu rebelde que va en contra de las prácticas conservadoras de sus padres, huye de casa y descubre la dificultad de gozar la libertad en medio de la pobreza e inmadurez. Si bien las siguientes películas –Antoine y Collete (1962), Besos robados (1968)– Truffaut retrata las relaciones amorosas de Antoine durante su adolescencia y juventud, la crítica hacia el amor romántico en Domicilio conyugal es más evidente.
Para esta cuarta entrega de la antología, Antoine ya es un hombre casado y está en la espera de un bebé con su esposa Christine. Aunque en un inicio la complicidad y conexión en la pareja parece desbordarse, comienza a deteriorarse. A diferencia de grandes éxitos como Historia de un matrimonio, en la que también se representa la decadencia de un domicilio conyugal, Truffaut lo hace mediante la comedia, con reacciones inesperadas en sus protagonistas y sin el uso excesivo de drama.
Probablemente no es una película con la cual muchos puedan sentirse identificados, puesto que los personajes suelen tomar una actitud poco convencional ante circunstancias insólitas como el divorcio. Sin embargo, es un abrazo al corazón. Nos enseña a despedirnos de un acompañante sin violencia.
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El anhelo de compartir la vida con una pareja puede provenir de diferentes lugares. En Langosta se hace burla de uno de ellos: la presión social. Así como realmente puede suceder en muchas personas, los personajes solteros se sienten presionados por conseguir una nueva pareja. Tienen un lapso de 45 días para encontrarla o de lo contrario, se convertirán en un animal. Sin embargo, la condicionante es que realmente se sientan atraídos por la persona que elijan y en caso de ser descubiertos teniendo una relación falsa, pueden sufrir graves consecuencias. Es por eso, que cuando el tiempo empieza a terminarse, algunos optan por fingir amor y atracción hacia otras personas.
Muchos de ellos simulan tener similitudes con la pareja que eligieron y se esfuerzan por evitar que, tanto las autoridades como su compañero o compañera, noten la falsedad de sus sentimientos.
A mi parecer, es un llamado a liberarse del miedo a la soltería, que a su vez provoca una constante búsqueda de pareja para cumplir con los ideales de lo que familia, amigos y sociedad espera que hagas con tu vida.
En algún punto de la película, el protagonista Dean (Ryan Gosling) le dice a su esposa: “Tal vez vi muchas películas de amor” para tratar de justificar su forma de explicar sus anhelos dentro de la relación. Christine, su esposa, le pide que haga algo más que ser padre y esposo, que regrese a ser dibujante, músico, todo eso que fue soltando poco a poco en la cotidianidad. Sin embargo, Dean se aferra a la idea de que sólo quiere ser el padre de su hija Frankie y esposo de Christine.
No en vano hay tantas analogías entre el efecto de las drogas y el enamoramiento. Dean, enamorado, asegura no estar cansado de vivir por y para ella, mientras que Christine no abandona su sueño de convertirse en doctora. Sin embargo, cuando se transforma ese “efecto” del enamoramiento desenfrenado comienzan las discusiones.
Cianfrance nos muestra dos historias paralelas de la misma pareja: los recién casados y enamorados y los enajenados unos años más tarde. Son los estragos de las decisiones que se tomaron en un inicio “por amor”. No obstante, a pesar de los múltiples intentos por “renovarse” no logran dejar los vicios que se acumularon a lo largo de los años.
Los “pasos certeros” para volver una “relación seria” es el tema de conversación en la última película del escritor de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Uno de esos primeros escalones es conocer a la familia de tu pareja y aunque para algunos puede ser el indicio de interés y formalidad, para muchos otros puede significar un momento de estrés y ansiedad.
Inmiscuirse en una nueva familia va de la mano de descubrir nuevos comportamientos e ideologías con las cuales podemos discernir, sin embargo la presión de entablar una buena relación con ellos puede volvernos tímidos y sumisos.
Esa incomodidad y sumisión es la que vive Lucy al conocer a la familia de Jake; un momento aún más complejo cuando no se tiene el ánimo de esforzarse al dudar sobre el futuro que quiere con su pareja. El escenario es de terror, la película en sí misma pareciera repartirse entre el suspenso y miedo, pero el trasfondo es el desamor. Incluso en una relación que apenas comienza.
A diferencia de Pienso en el final, Beginners no hace una relación directa entre las dos historias de amor que nos presenta. Por un lado, Hal, un señor de 75 años de edad decide gritarle al mundo que es homosexual y comienza una relación abierta con un joven mucho menor. A pesar de acostumbrarse a la monogamia, logra enamorarse de Andy a sabiendas de sus otras parejas. Mientras que el hijo de Hal comienza una nueva relación tras una aparente conexión por “soltar a las personas con facilidad”.
No hace falta romantizar y dramatizar –como en cientos de producciones hollywoodenses– una enfermedad terminal para mostrar la intensidad de la pareja que sufre el luto. En Beginners el protagonista sufre de cáncer de pulmón pero termina por ser un aspecto secundario en la trama. Mike Mills no sólo muestra la flexibilidad de un acuerdo dentro de una relación amorosa —que no siempre tiene que ser el camino de la monogamia—, sino que lo hace mediante un personaje que nació en 1935 y quien, a pesar de reconocer su orientación sexual desde los 13 años, tuvo que reprimir sus deseos a lo largo de su vida.
Tampoco hace falta tener un evento extraordinario para mostrar el deterioro en una relación estable. No hay mentiras, cansancio, costumbre o violencia en la relación del hijo de Hal, Oliver, con su novia Anna. Con los demonios internos basta para que cada uno de ellos se aleje poco a poco. Sin embargo, terminó por ser una relación reveladora. Algunas creencias que tenían de sí mismos terminaron por derrumbarse. Se autodescubrieron.
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