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La Vocera: Los mundos posibles de Marichuy y de la lucha indígena

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Si María de Jesús Patricio, docente y médica tradicional nahua, hubiera ganado las elecciones presidenciales de 2018, estaríamos viviendo oficialmente en uno de esos mundos a los que nos gusta llamarles imposibles. ¿Cómo se vería ese futuro paralelo?, le pregunto, casi cuatro años después de que el Congreso Nacional Indígena (CNI) la eligiera como Vocera para contender en la carrera electoral de forma independiente: la primera mujer indígena en aspirar a la presidencia del país. Marichuy, con la calma y la claridad que le caracteriza, nos habla entonces de un México organizado desde abajo, donde las luchas de las comunidades son prioridad, donde se rechaza el proyecto de despojo capitalista y se busca la vida para todas las personas, los bosques, el agua. Ahí, a la tierra no se le ve el signo de pesos, porque es la que alimenta, la que cura y la que nos abraza al morir. “Por eso en la UNAM teníamos un letrero que decía: venimos a hablarles de las cosas imposibles, pues porque de las posibles ya hay muchas», nos dice con humor, «pensamos que por eso sería difícil quedar [en la presidencia], porque era un voltear todo, en lugar de creer que el cambio vendría de los de arriba”.

La visión de Marichuy y del Concejo Indígena de Gobierno que ella representaba, sustentada en la necesidad de visibilizar las luchas de los pueblos originarios, quedó finalmente atrapada en los prejuicios de los medios de comunicación y en los artilugios diseñados por el sistema para truncar el camino de los candidatos independientes. No consiguió llegar a la boleta electoral. Sin embargo, el documental de Luciana Kaplan, La Vocera, nos recuerda que en realidad no necesitó triunfar en las urnas –ni siquiera lograr las firmas necesarias para legitimarse como candidata– para dejar claro que ya se puede existir y pensar desde un mundo distinto. Que, de hecho, esos mundos ni siquiera son enteramente futuros porque ya existen, hoy mismo. «Si la destrucción y la muerte es el progreso, estamos en contra. ¿Progreso para quién?», dice la voz de Marichuy al inicio de la cinta.

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En su documental, la cineasta mexicana acompaña el viaje y las actividades de Marichuy desde que es apuntada como vocera por el CNI y empieza un peregrinaje de activismo por las distintas comunidades a lo largo del país: diferentes en sus geografías e historias, pero hermanadas por una misma lucha, la defensa de sus tierras y la resistencia a la opresión. Para obtener el acceso a ella con su cámara, Luciana acudió directamente al Congreso Nacional Indígena para solicitar permiso. «Como documentalista, hay siempre la idea de que uno va y busca a la persona que quiere retratar pero aquí todo fue mucho más complejo porque justo no se trataba solo de Marichuy, sino del CNI, el EZLN, de todo un grupo», nos platica la cineasta. «Nos enteramos de que iban a proponer una candidata independiente. No sabíamos aún que sería Marichuy, solo que sería una mujer indígena. Fue un poco fuera de lo común, al menos en lo que había sido mi experiencia hasta entonces. Fue todo un poco como de lejitos al inicio, nos fuimos conociendo poco a poco. Conociendo su propuesta. Entendiendo de cerca la problemática de las comunidades».

la vocera Marichuy

Marichuy, quien como vocera representaba una voz colectiva en su recorrido –tejiendo lazos, recabando firmas, abriéndole paso a otras voces de líderes de los pueblos– empezó a notar la presencia insistente de cierto equipo con cámaras. «Al principio los veía como un medio más, de los que nos acompañaban en el camino, pero pues ya con el permiso de la asamblea, ¡ya hasta la cocina se metían, verdad!», comenta riendo, «ese acercamiento hizo que los fuéramos notando más. No es que nosotros preparáramos nada para que ellos grabaran. Ellos tuvieron que buscar formas, tiempos, modos, porque todos teníamos nuestras actividades. Sobre el camino íbamos conociéndonos. Los empezamos a notar por su permanencia. Decíamos, oye, ¡estos no se cansan!».

Filmar la travesía de la activista indígena presentó sus retos, pues no se trataba de un viaje individual. Como expresa Marichuy, la lucha por conseguir la candidatura, sin un solo peso del INE, fue una experiencia colectiva. Las distintas comunidades fueron parte vital del proceso: un tumulto de voces, de esperanzas y resistencias organizadas. El camino de la Vocera estuvo respaldado por concejales y concejalas del Concejo Indígena de Gobierno: ella no representaba al personaje carismático que busca el poder, sino a la encargada de llevar la palabra de diversos pueblos. El eje del documental, en este sentido, son sus ojos, «la carretera principal», como lo describe Luciana, pero a través de ella también se muestran dos cosas: que en México existen distintas naciones y que se unen frente al mismo enemigo, el estado capitalista.

«Queríamos que se viera de forma más cercana la lucha de estas comunidades, que es muy parecida. Para mostrar que todo el país está con esta tremenda rabia», explica Luciana. «Es de las cosas que más me impresionó en este recorrido. Como dicen los zapatistas: la digna rabia. El decir: estamos enojados, pero estamos haciendo algo».

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Luciana Kaplan (izq.) directora del documental La vocera.

Una palabra clave: organización

¿Cómo retratar desde la cámara a quien representa no a una, sino a muchas voces? ¿A quien se rehusa a ser protagonista? ¿Cómo dibujar al individuo que se vuelve colectivo? De acuerdo con la cineasta, desde el inicio se planteó que la cinta, aunque enfocada en la voz de Marichuy, debía abrirse a las problemáticas de los pueblos que ella visitaba: a sus asambleas, sus reuniones, sus paisajes, palabras, historias y preocupaciones. A cómo es que las luchas también van minando la vida personal de los habitantes. «Fue un equilibrio que conseguimos en la sala de edición», platica Luciana, «nos criticaban que no era una película centrada en un solo personaje, sino que había más personajes. Pero pues así es. Es sobre una persona. Pero también es comunitaria. Es ambas cosas».

Para Marichuy es importante que el documental no solo muestre las luchas sino también cómo es que cada comunidad se organiza ante la opresión. Esa es la palabra que marcó su campaña y lo que asegura se necesita para cambiar a México desde abajo: la organización. Ante la expulsión de los yaquis en Sonora, o los encarcelamientos arbitrarios de activistas; ante los megaproyectos como el Tren Maya, los parques solares y demás emprendimientos extractivistas, la única forma de resistir y sobrevivir es articularse.

«Eso es con lo que soñamos, creo que de haber quedado se estaría fortaleciendo la organización desde abajo», explica Marichuy, «un gobierno que obedezca al pueblo. Pero es muy diferente a como está establecido ahorita. Y no es un invento que se nos ocurrió ahí. Es algo que ya se vive en las comunidades. Hay asambleas, a veces de hasta 2000 comuneros, que nombran a su autoridades y están vigilando que hagan su trabajo. Si no lo hacen, los quitan. Están al pendiente de ese caminar. Quien está arriba tiene un cargo que cumplir».

Luciana Kaplan tampoco deja fuera los momentos protagonizados por los medios de comunicación que evidencian su papel en el problema. El documental hace gala de las narrativas discriminatorias y sexistas que acompañaron la cobertura de la campaña de Marichuy. Comunicólogos sardónicos, que la cuestionan por presentarse a sí misma como una «candidata indígena» y no como una candidata simplemente mexicana, o conductores que le preguntan si el subcomandante zapatista Galeano le «ha dado sus instrucciones».

«Desde el inicio pensamos en cómo mostrar a ese otro México que no es cercano a estas luchas», comenta Luciana, «en vez de irle a preguntar a las personas o ir a captar otras campañas, que no era algo que queríamos hacer, yo sentía que era muy obvio al ver los noticieros, ver el pulso y el sentir de los comunicadores. La condescendencia con la que la trataban me parecía una falta de respeto brutal».

El documental contrapone el camino recorrido por Marichuy, los logros de ese viaje que se expresan la articulación de luchas, con los discursos del statu quo –generalmente de comunicadores hombres–, que no toman en cuenta ni parecen comprender del todo el proyecto de desarrollo que proponía el Consejo Indígena de Gobierno. «Escuchábamos en la mayoría de los medios cosas como: ahora resulta que todos vamos a tener que ser indígenas, y no, bueno…

Tan solo con las preguntas que le hacían ya te dabas cuenta de que se trataba de dos mundos que no se entendían. Y no lo hacían, porque ellos [los entrevistadores] llegaban ya con un juicio», explica la cineasta.

De ahí la importancia del documental, que sirve como testimonio para las nuevas generaciones de un discurso y proyecto que no fue comprendido por la narrativa dominante.

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El enemigo tiene otro nombre

Al ser una mujer indígena que buscaba la presidencia de forma colectiva y horizontal, Marichuy desafiaba por partida triple al statu quo político, al capitalismo y al patriarcado, cabezas del mismo monstruo. En el documental, la activista habla de la importancia de recuperar aún más la participación de las mujeres en las comunidades y aparece rodeada siempre de concejalas cuyas palabras y discursos resuenan fuerte y claro. A tres años del recorrido de la Vocera, las mujeres del Congreso Nacional Indígena están en búsqueda de estrategias antipatriarcales –el tema principal del encuentro que acaban de celebrar por el Día Internacional de la Mujer–, pero, sobre todo,

«Hemos venido reflexionando a raíz de todo este despojo y destrucción de los territorios y las que más salen afectadas son las mujeres», explica Marichuy. «En otro encuentro analizamos lo que es el patriarcado, porque muchas mujeres no lo conocen. Cómo es que viene de la mano del despojo y podemos estarlo reproduciendo también. También debe haber más participación de las mujeres. Muchas dicen, que vaya mi esposo, mi hermano, mi papá. Pero si no vamos todos, hombres y mujeres, la lucha está incompleta».

Para Luciana, capitalismo y patriarcado comparten una misma raíz: la energía destructiva de no pensar en el otro, de querer imponerse por encima del bienestar común. «Tanto en el cine, el documental, como en la vida, hay que empezar a pensar en las otras personas».

La Vocera estará disponible gratuitamente el 10 de marzo en la plataforma de Ambulante a partir de las 19:00 hrs.

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