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Alguien, en algún lugar: El meet cute según Cédric Klapisch

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Radicados en un París moderno y cosmopolita, dos jóvenes trabajadores lidian con la soledad y sus demonios internos. Como consecuencia, Mélanie (Ana Girardot) duerme en exceso y Rémy (François Civil) padece de insomnio. Ambos viven en edificios contiguos, frecuentan lugares en común e incluso han decidido someterse a la psicoterapia en aras de resolver sus trastornos anímicos… pero, curiosamente, ellos aún no se conocen. Alguien, en algún lugar (2019), presente en la 24° edición del Tour de Cine Francés, alimenta los anhelos del público por atestiguar un meet cute constantemente postergado, mientras explora la mente y las complejas relaciones afectivas/familiares de cada personaje.

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Su director, Cédric Klapisch, ya ha formado parte del Tour de Cine Francés en tres ocasiones pasadas, gracias a sus películas París (2008), Mi vida es un rompecabezas (2013) y El viñedo que nos une (2017). Su mayor éxito hasta ahora, El albergue español (2002), le valió seis nominaciones a los premios César.

En una reciente mesa redonda, el reconocido cineasta de 59 años reveló a Cine PREMIERE algunos detalles en torno a Alguien, en algún lugar, su último largometraje, originalmente titulado Deux moi («Dos yo»). Vean a continuación algunas de las declaraciones de Klapisch, organizadas en tres ejes temáticos.

El director Cédric Klapisch, en compañía de sus actores Ana Girardot y François Civil (vía).

Acercamiento al psicoanálisis

«Mucha gente en Francia me decía ‘esta película es como una publicidad para los psicoanalistas’. Y bueno, si yo serví para eso, finalmente qué bueno», nos comenta el realizador francés. Alguien, en algún lugar encuentra en dos psicoterapeutas —interpretados por Camille Cottin y François Berléand— un par de elementos sumamente esenciales en su narrativa, mismos que guiarán a los protagonistas en su camino por alcanzar la paz mental.

Klapisch coescribió el guion de la película con el argentino Santiago Amigorena, cuyos padres eran psicoanalistas. «Fuimos a la preparatoria juntos y cuando escribimos esto, claro que hicimos referencia a todo lo que escuchamos en casa sobre el psicoanálisis», reveló el cineasta, quien aseguró haber igualmente contado con la asesoría de cinco especialistas en psicoterapia.

Por otro lado, él además habría descubierto por experiencia propia que, en ocasiones, «la palabra es mucho más importante que los medicamentos», un conocimiento que quiso reflejar en Alguien, en algún lugar.

«Cuando yo tenía 20 años, hacía estudios que eran medio complicados y tuve un periodo de depresión que fue bastante corto, como de un mes, y durante un mes no lograba dormir. Esto me perturbó mucho porque nunca había tenido problemas de sueño», nos contó Klapisch. «Fui a ver a un psicoanalista y con una sola frase resolvió mi problema. Me perturbó ver hasta qué punto era sencillo. Yo le conté un sueño que había tenido, él me dijo una frase y a partir de ahí dormí normalmente. Me sorprendí al ver que a veces basta con hablar.»

Y agregó: «En la actualidad la gente está muy alejada una de otra y hay personas cuyo trabajo es exactamente ayudar a la gente, escucharla, crear lazos para ayudar a que la gente sane. Y como yo hablaba [en el filme] de dos personas que están aisladas, que están siempre aisladas en sus vidas, en sus departamentos, quise ver qué había en su mente.»

El problema de las redes sociales

En cierto momento de Alguien, en algún lugar, los protagonistas deciden abrir cuentas en redes sociales, sea para restablecer comunicación con viejos conocidos (Rémy) o para buscar una pareja (Mélanie). Sin embargo, la película de Cédric Klapisch no es muy optimista respecto a los medios digitales como una herramienta idónea para solucionar las respectivas crisis de aquellos jóvenes parisinos.

«La gente que inventó las redes sociales ha dicho hasta qué punto ha habido repercusiones negativas», nos comparte el director. «La gente que ha creado las redes sociales pensaba sinceramente que esto iba a acercar a la gente y facilitar la comunicación. Entonces es bastante sorprendente constatar que también ha provocado soledad y depresión.»

En lo que concierne al personaje de Mélanie, ella pronto se sumerge de lleno en una app de citas, la cual (y sólo en ocasiones) le brinda placer inmediato pero nunca la promesa de una relación estable.

«[Estas aplicaciones] crean muchísima frustración porque uno siempre tiene la sensación de que llegará alguien mejor», reflexiona Klapisch. «Debido a que esto funciona con imágenes, claro, hay chicas y chicos que son muy guapos y son ellos los que siempre son elegidos, pero hay una gran diferencia entre la imagen y la verdadera persona. Cuando uno conoce a la verdadera persona, sí, uno reconoce la imagen de la foto pero no es nada más de pasar de las dos dimensiones a las tres dimensiones sino que además aparecen muchos otros elementos, es decir, que el hecho de que alguien sea guapo no es suficiente. Hay que lograr entenderse con esa otra persona.»

Si bien el director afirmó que la aplicación Tinder ha funcionado con algunos amigos, quienes incluso ya cuentan con hijos, también dijo estar familiarizado con historias sin final feliz: «Conozco a una chica que es totalmente adicta a Tinder y consume chicos y no logra detenerse. Entonces hay una verdadera adicción y realmente hay depresiones que están ahí porque hay una especie de insatisfacción. Es como una elección infinita, es como cuando uno va al supermercado y hay veinte jugos de naranja distintos. Uno se vuelve loco y no sabe cuál escoger.»

Polos opuestos

Alguien, en algún lugar constantemente aparenta volcarse hacia el romance, con estas historias paralelas a la espera de cruzarse. El meet cute —como tradicionalmente se le conoce a la escena en que una futura pareja romántica se encuentra por primera vez— se sugiere pero se posterga. Y según Cédric Klapisch, aunque son personajes diferentes en muchos sentidos, prevalece el deseo del público en que Rémy y Mélanie finalmente se conozcan.

«En francés hay un proverbio que dice ‘los que se parecen, se juntan’», nos comentó el director. «[Sin embargo, estos personajes] no se parecen en varias cosas. No tienen la misma vida, ni el mismo tipo de trabajo, ni el mismo tipo de casa, de departamento, pero tienen algo que los une y uno siente que podrían entenderse bien juntos. Es lo que yo llamo la causalidad, es decir, que sus diferencias van bien juntas. Uno dice ‘es cierto, no tienen nada en común’ pero cuánto nos gustaría que se encontraran.»

Según explica el francés, él optó además por representar las divergencias de sus protagonistas mediante la paleta de colores, distinta según el apartamento de cada uno. Asimismo, este «sistema de oposición» (como él lo llama) también se vio reforzado en sus trabajos: Rémy se desempeña en una fábrica de alcance global, mientras Mélanie no se aparta del microscopio en un laboratorio farmacéutico; es decir, lo grande versus lo pequeño.

Ligado a lo anterior, el camino que sigue cada personaje —como también su destino— sólo podía contarse a través de la comedia dramática, según sostiene Klapisch, quien tiene predilección por dicho género: «Lo que me gusta de la comedia dramática es que se parece a la vida. La vida no es ni sólo graciosa ni sólo triste, y es cierto que la alternancia entre las dos me permite hacer un cine que se parece a la vida […] Me parece que, para que algo suene verosímil, que se acerque a la verdad de la vida, tiene que ser al mismo tiempo cómico y dramático.»

La 24° edición del Tour de Cine Francés arranca este jueves 8 de octubre. Entren aquí para conocer las fechas y horarios en que Alguien, en algún lugar se estará exhibiendo a lo largo de la República Mexicana.

La entrada Alguien, en algún lugar: El meet cute según Cédric Klapisch se publicó primero en Cine PREMIERE.

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