Fiel al resto de su filmografía (El sueño de Lu y Despertar el polvo), en Esto no es Berlín, Hari Sama se embarca junto con sus personajes en un viaje de dolor ineludible. Ya no es a través de la mirada lacónica de una madre en duelo ni de la indigencia o corrupción, sino de las complejidades de la adolescencia. A ello se le añade una dimensión más cuando los sentimientos de quienes conforman la película Esto no es Berlín –su sexto largometraje, nominado al Ariel como Mejor película– provienen de escenarios rotos, dinámicas solitarias e incomprensión familiar.
Al haber vivido su adolescencia en el mundo postpunk de los años 80, el cineasta combina su propia experiencia personal con una ficción que nos sumerge en un escenario de clandestinidad mediante la historia de Carlos (Xabiani Ponce de León). El chico, que funciona como una especie de alter ego del realizador, se infiltra paulatinamente en un escenario underground, donde la diversidad sexual, el anarquismo y lo contestatario eran recibidos con los brazos abiertos y sin ánimos prejuiciosos.
“Siempre pensé en hacer una película que expresara de la manera más genuina lo que fueron los 80 y no una ‘sobreteatralización’ o un homenaje visual a los 80”, nos dice el director. “Hay muchas películas que ya lo han hecho y no era lo que me interesaba hacer a mí”.
Su visión de ejecutar un retrato subcultural requirió el traslado de los conceptos de lo furtivo y lo oculto al manejo de la cámara, pues anhelaba inyectarle a la película Esto no es Berlín un espíritu de documento crudo y metafórico. “Al ser una película más postpunk que punk, pero que de alguna manera recogía esa misma esencia del género, se me antojaba una puesta medio accidentada, de guerrilla, de seguir de cerca a los personajes. Metí continuamente en aprietos al departamento de cámara porque no sabían nunca exactamente qué iba a suceder”.
Una oda a los caídos
Esto no es Berlín, por ende, captura aquel espíritu contestatario y se narra desde una perspectiva de obsesiva fidelidad. El mismo Sama vivió situaciones semejantes a las que experimenta Carlos, su protagonista, cuando descubre la escena underground y trata de encontrarse a sí mismo mientras recorre un mundo plagado de sexo, alcohol, drogas y conductas anárquicas.
“Soy un sobreviviente. Almodóvar dice que la movida madrileña fue la Guerra de Vietnam para España, en el sentido de la cantidad de pérdidas humanas que hubo”, recuerda el cineasta. “Los 80 fueron duros. Supongo que sigue siendo duro ahora, y que siempre lo es cuando vas a estos mundos donde el abismo es tan atractivo; donde siempre hay una línea muy delgada entre la expresión personal y la búsqueda de otros estados de conciencia; el abuso y la caída del paraíso”.
De hecho, para Sama –quien actuó en su propia película al darle vida al tío de Carlos, una especie de gurú de vida–, Esto no es Berlín es un homenaje a todos aquellos amigos que se quedaron en el camino.
Una musa poderosa
A la vez que sigue a Carlos, Esto no es Berlín aterriza en los vericuetos existenciales de Gera (José Antonio Toledano), el mejor amigo del protagonista, y Rita (Ximena Romo), quien captura la atención del personaje de Ponce de León. Cada uno de ellos inicia un viaje de autodescubrimiento sexual y personal, en un escenario de homosexualidad, travestismo y música punk: triplete satanizado por el conservadurismo ochentero.
Para Romo, la creación de Rita implicó la lectura de una de las voces más feministas y contestatarias de la época: la cantante y poeta estadounidense Patti Smith. La actriz se sintió identificada con los cuestionamientos que Smith alza en el libro Éramos unos niños (Just Kids) en torno a la identidad artística y personal, pues es algo que tanto Romo como Rita se cuestionaron en la travesía del filme. La primera sobre sus motivaciones en la actuación; la segunda con respecto a su música.
Rita es la vocalista de una banda punk-antisistema llamada Manifiesto Dadá, con la cual alza un gemido opositor a lo establecido. Su carácter aguerrido cobra vida en una escena que muestra el debut de la agrupación en un festival de música punk –filmado a las afueras de Toluca–.
“Hari nos llevó a un concierto de rock real”, dice entre risas la también actriz de Un extraño enemigo. “Esa gente iba a ver un concierto verdadero. Nos subimos y tuvimos que repetir la escena como cinco veces. La gente se empezaba a cansar. Era un público real, entonces empezaron a enojarse y a aventar cosas. Estaban hasta atrás. Una chica gritaba: ‘Si ni siquiera son mexicanos’. Yo, arriba del escenario, me estaba casi mojando los calzones”.
Con un homenaje de luces y sombras; de dolor y de rabia; de muerte y de redención –todo desde una trinchera de autenticidad y reflexión–, la cinta nos demuestra que, en efecto, esto no es Berlín; que este enorme corazón de rebeldía y libertad sólo puede ocurrir en nuestro México.
Esto no es Berlín es la segunda película con más nominaciones a la 62ª Edición del Premio Ariel, con opciones en 12 categorías, incluyendo Mejor película. La ceremonia se llevará a cabo este domingo 27 de septiembre y será transmitida en vivo simultáneamente por el Facebook Live de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) y por Canal 22.
No se pierdan la cobertura especial de Cine PREMIERE a partir de las 6:30 p.m. en todas nuestras redes sociales.
Una versión de este artículo se publicó por primera en Cine PREMIERE #303 de diciembre 2019.
La entrada Ariel 2020: Esto no es Berlín. La rebeldía de ser libres se publicó primero en Cine PREMIERE.
[ad_2]
Deja una respuesta