El pasado 20 de octubre de 2020, falleció James «The Amazing» Randi a los 92 años de edad. Un devoto de la magia y de exponer a charlatanes, James Randi fue uno de los escépticos más importantes de aquel movimiento que busca promover el pensamiento crítico y la ciencia. Randi no sólo ayudó a crear y fortalecer a la comunidad escéptica internacional, sino que destapó grandes fraudes que acechaban a las personas dispuestas a creer en lo paranormal y lo sobrenatural.
Conocí a Randi en 2009, en Las Vegas, durante la octava emisión de The Amazing Meeting –la conferencia anual que él organizaba y a la cual invitaba a grandes personalidades del mundo de la ciencia, la magia y el escepticismo–. Para entonces, él ya estaba grande, pero seguía muy activo: dio pláticas, firmó autógrafos, charló con sus fans y era el centro de todo el evento. El invitado estrella ese año fue Richard Dawkins, aunque, sin duda, el asistente más importante fue Randi.
A todos los que lo vimos, siempre nos entretuvo con sus historias. Recuerdo que alguna vez contó una sobre una cena con sus amigos en la que James Randi impresionó a un invitado con un truco de magia en el que convertía una servilleta en una mariposa que hacía volar por toda la mesa. Para lograr el truco, el mago tenía que cargar (dentro de la pierna del pantalón), un artilugio para hacer volar el origami. Me sorprendió que, como mago, él siempre estaba preparado, aunque no supiera si realizaría el truco ese día o no.
James Randi inició su carrera en la magia y llegó a ser uno de los favoritos del show de Johnny Carson. Posteriormente, abandonó la magia para dedicarse a evidenciar los peligros de las pseudociencias, así como acusar y demostrar fraudes relacionados con lo paranormal: muy al estilo de Harry Houdini. Exhibió la forma en que Uri Geller doblaba cucharas antes de su evento para engañar a la gente y hacerles creer en su poder de telequinesis. Además, destapó el fraude de Peter Popoff y sus supuestas curaciones basadas en la fe.
Con el tiempo, y debido a su gran labor activista, The Amazing Randi se ganó un papel central dentro del movimiento escéptico. Recuerdo verlo, en una de sus conferencias en vivo, ingerir una botella entera de pastillas homeopáticas contra el insomnio para demostrar la ineficacia de esta medicina alternativa. Obviamente, nunca se quedó dormido a media presentación. Tampoco nunca nadie del público se quedaba dormido.
Además de su fundación para la educación (JREF, por sus siglas en inglés), estableció el reto de un millón de dólares en 1964. En éste, cualquier persona recibiría esa cantidad si podía demostrar sus poderes sobrenaturales en un ambiente controlado. Nadie lo logró, aunque nunca faltaron concursantes. En aquella ocasión en Las Vegas, me tocó presenciar como un “psíquico” no identificó el sobre correcto, aunque previo al desafío aseguró que podría. El concursante rápidamente lanzó una excusa al aire para explicar por qué sus poderes habían desaparecido repentinamente. En fin, siempre me asombró que los grandes y famosos “psíquicos” de los medios internacionales no tomarán la oportunidad de ganar el premio, demostrar su poder y, por qué no, donar ese dinero a una buena causa.
En 2014, nos sorprendió una vez más con el documental An Honest Liar (disponible en Prime Video) donde abrió la puerta a su vida privada, además de sus muchas andanzas escépticas. Como filme, es bueno, pero lo mejor es observar un lado de su vida que era poco conocido y que sirvió de inspiración para muchos.
Ante todo, lo que más recuerdo es verlo correr de un lado a otro durante TAM 8. Casi hacia el último día, nos topamos en las escaleras eléctricas y nos preguntó que cómo la estábamos pasando, simplemente como charla. No pude resistirme y le pedí tomarse una foto conmigo. ¿Qué puedo decir? Me salió lo fan. Aunque apresurado, aceptó. La imagen salió borrosa, como toda memoria siempre lo es, pero a él nunca le faltó el tiempo para los asistentes.
The Amazing Randi colaboró con Carl Sagan, Philip K. Dick e Isaac Asimov. Escribió libros, actuó en películas y televisión, creció el movimiento escéptico, ayudó a demostrar pública y masivamente los peligros de las pseudociencias. Fue un gran educador.
¡Gracias, Randi!
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