Entrar al mundo de Agnes Obel no es difícil. Lo único que tienes que hacer, es apagar la luz o cerrar los ojos en el peor de los casos. Justo como la compositora danesa lo hace en cada una de sus composiciones. Para crear su último álbum, Myopia, trabajó durante dos años en la oscuridad de la noche, aislada, en su estudio berlinés. El resultado, es una obra de arte digna de hablarse y compartirse.
Al escuchar su voz y su piano, de lo primero que te das cuenta es que no necesitas nada más. No necesitas luz, no necesitas de tus otros sentidos ni ningún estímulo que interfiera con los acordes de Agnes Obel. Lo único que necesitas son tus oídos y tal vez una tarde con lluvia y un café sin azúcar para acompañarlos.
Para hablar de Agnes Obel, no podríamos empezar por un mejor lugar que su forma de componer. “En la noche tienes el sentimiento de que estás sola y de que todo el mundo se ha olvidado de ti”, dice la compositora en una entrevista para Euromaxx. “Creo que me gusta esa sensación para hacer música”.
El trabajo de Agnes Obel, aunque difícil de creer, empieza con una melodía espontánea. “Construyo una historia alrededor de una melodía y luego escribo toda una canción en base a eso. Por último sólo queda dar una salto. ¿Entiendes?”. Y para responder su pregunta, sí. Sus canciones son profundas narrativas creadas por su piano que son acompañadas por palabras y aveces instrumentos de cuerdas y viento.
Desde el 2010, Agnes ha publicado 4 álbumes de estudio. El primero, Philharmonics, es un disco con una profundidad sólo igualable por sus futuros proyectos. Es un disco editado por completo por ella misma. Philharmonics nos habla de temas profundos como la incertidumbre del futuro y la soledad. Ese último, sabemos que le sienta bien. Con 12 canciones, pronto se convertiría en el número 1 en Bélgica y Dinamarca.
Su primer proyecto recibió excelentes críticas por los medios especializados y más importantemente por millones de personas a lo largo de Europa y el mundo. las canciones de Philharmonics son sombrías pero con una percepción de la belleza única y especial. “Riverside”, a diez años de su estreno, sigue siendo una de sus mejores creaciones.
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A pesar de no ser una artista que suena en la radio o figura las listas populares de Spotify, Agnes Obel ha sido reconocida por su trabajo desde los primeros días. Al siguiente año de la publicación de su disco debut, recibió el European Border Breakers Awards que premia a artistas cuyo trabajo trascendió fronteras por su alta calidad.
A partir de ese momento, Agnes comenzó a pensar en su nuevo disco, que vería la luz dos años más tarde. Bajo el título Aventine, publica su segundo disco escrito, producido, arreglado y mezclado por ella misma. En este proyecto la instrumentación ganó más protagonismo y sus canciones tomaron un rumbo con más profundidad sonora.
Fue hasta el 2016 que lanzó su tercer disco titulado Citizen of Glass. En este disco, Agnes Obel demostró que su talento se extiende mucho más allá de ser una excelente compositora y tener una voz tan profunda como las notas que tocaba con su primer piano: un Steinway gris de su padre. Aquí declaró que su curiosidad por hacer música no tiene límites sonoros.
El álbum compuesto por 10 canciones que le permitió investigar sobre nuevas melodías y nuevos instrumentos como el trautonio. Un instrumento de finales de la década de 1920, cuyo sonido cristalinos recuerdan al vidrio. Agnes Obel no sólo quiere que escuches su música sino que la sientas.
En Citizen of Glass, Obel evoca y manifiesta el concepto alemán del “Ciudadano de Cristal”, haciendo referencia a la falta de intimidad, privacidad e hipervigilancia a la que nos tenemos que enfrentar hoy en día. El caso que la inspiró es la historia de Edward Snowden, un ex trabajador de la CIA quien copió y filtró información altamente clasificada de la Agencia de Seguridad Nacional americana. Agnes reflexiona con su música sobre la transparencia, y el derecho a la privacidad en un mundo sometido al control de masas.
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Para romper por primera vez una espera de tres años entre proyecto y proyecto, Agnes Obel agregó uno más para entregarnos este 2020, Myopia. Esta última entrega, y como siempre obra maestra, es una continuación de su anterior disco. A ella le gusta pensar que pueden ser parte de una futura trilogía. Este disco está construido alrededor del concepto de lo poco que podemos fiarnos de nuestra percepción al estar sumergidos en nuestros propios prejuicios.
En Myopia, sus pianos, violines, violonchelos y xilófonos profundizan de una manera difícil de comprender la primera vez que se escuchan. Sin embargo, todo su trabajo converge en un mismo lugar. En la idea de que al final será diferente para cada quien formada por experiencias individuales. Tal y como ella compone, no dejen de escuchar a la danesa en la profundidad de la oscura soledad.
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