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La historia real de Ciudadano Kane: lo que debes saber para ver Mank

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Cada que finaliza una década, la crítica profesional cinematográfica no puede evitar organizar una nueva votación que tiene como finalidad el actualizar la lista definitiva -según ellos- de las que son las mejores películas de la historia. Y existe una, que sin importar nada, siempre aparece a la cabeza o, en su defecto, dentro de los primeros puestos. No es otra que Ciudadano Kane del director Orson Welles, un filme que se ha analizado, visto y elogiado hasta el cansancio, pero que, sin embargo, guarda detrás una historia oculta que para algunos es motivo de fascinación y que para otros recoge una controversia incómoda sobre la verdadera autoría del guion y las cuestiones que inspiraron la historia original.

Precisamente David Fincher ha tomado prestada la leyenda para construir su nueva película, Mank, en donde cuenta con fortuna los pormenores que se esconden detrás de la configuración de Ciudadano Kane. Para muchos es común escuchar que Orson Welles, aquel director novel que alcanzó la maestría fílmica a tan corta edad con esta película, es el autor y mente maestra de esta interesante historia que algunos han interpretado como una disección sobre los caminos del poder, la fortuna y el egocentrismo desmedido; y otros como una descarada confesión de personalidad por parte de su director.

Gary Oldman en Mank (2020)

Sin embargo, existe otra versión de los hechos. Una en la que un hombre llamado Herman J. Mankiewicz, se atrevió a realizar una biopic no autorizada sobre un poderoso magnate que aún se encontraba vivo al momento de estrenar la película. Así fue como Ciudadano Kane puso a temblar al estudio que la produjo, a un poderoso de la industria periodística y al mismo Welles.

La historia detrás de la creación de Ciudadano Kane

Ciudadano Kane (1941)

El joven Orson Welles de apenas 24 años de edad alcanzó la admiración de todos al producir una programa radiofónico basado en la ficción La Guerra de los mundos de H. G. Wells. El por entonces productor y creativo, tan hábil para la creación de atmósferas, logró engañar a gran parte de los radioescuchas -sin dolo-, quienes entraron en pánico al pensar que de hecho una invasión extraterrestre tomaba lugar en los Estados Unidos y el resto del mundo.

Su visión creativa y un egocentrismo altísimo que le obligaba a lograr cualquier proyecto que se propusiera, pronto le colocaron frente a una propuesta de ensueño: un presupuesto y libertad creativa en todos los sentidos para realizar una película exitosa. La productora RKO Pictures acudió a su genio con la intención de obtener algún éxito taquillero en una época en la que los estragos de la Gran Depresión todavía eran latentes y lastimeros para muchas industrias.

A pesar de su poca trayectoria en el cine, Welles tuvo la oportunidad de elegir la historia que quería contar, al reparto que se encargaría de dar vida a los personajes y de contratar al equipo de producción necesario para llevar el proyecto a la vida. Para nadie es un secreto que el afamado director ha sido calificado de tirano y narcisista por todos aquellos que lo conocieron. Y existen muchos textos y críticas que asumen que el personaje central de la película, Charles Foster Kane, no es otra cosa más que el reflejo de la propia personalidad del director.

Orson Welles.

La historia resume que la película es una de aquellas raras joyas de la cinematografía en donde producción, dirección, guion y actuación protagónica corresponden al mismo nombre. Sin embargo, no fue hasta casi tres décadas más tarde cuando la crítica de cine Pauline Kael, publicó un manuscrito de crítica e investigación en el que puso sobre la mesa una cuestión (un secreto a voces) que dañó el ego del cineasta y el de todos sus seguidores: Orson Welles no era responsable de una sola línea del brillante guion de la película.

Aquí entra a cuadro Herman J. Mankiewicz -a quien dará vida Gary Oldman en Mank– un brillante guionista de la industria que hasta antes de Ciudadano Kane, era reconocido por su debilidad por las apuestas, las deudas y su alcoholismo, más que por sus libretos. A decir de Welles en las entrevistas, Mankiewicz había aportado poco a la historia, especialmente el «truquillo» de Rosebud, que es utilizado como la mecha que enciende y da inicio a toda la historia de la película.

Orson Welles y Herman J. Mankiewicz.

Para los distraídos, Ciudadano Kane cuenta la historia de Foster Kane, un magnate con una mansión de ensueño con un zoológico incluido, dueño de prácticamente toda la industria de los medios de comunicación escritos de Estados Unidos y en su ambiciosa búsqueda de poder, más adelante candidato a la presidencia de su país. Tiene una esposa, y más tarde una amante que se dedica al escenario de Broadway y a la cuál intentará impulsar al estrellato gracias a su influencia con los medios y la crítica.

La historia inicia en el momento en el que Kane muere y pronuncia la palabra Rosebud, acto de extrañeza que motiva a un periodista a indagar en la vida del malogrado millonario, hasta encontrar la importancia de la palabra pronunciada en su último aliento. Así, mientras entrevista a todos los que le conocieron a lo largo de su vida, la narrativa da saltos al pasado y al presente para deconstruir con paciencia y elegancia la personalidad de uno de los hombres más poderosos y misteriosos de los que se tiene registro.

Previo al estreno de la película RKO se enfrentó a grandes demandas y ofertas millonarias para que el filme nunca se exhibiera. Y es que la realidad es que detrás de la historia de Ciudadano Kane, se erige la caricatura y disección de William Randolph Hearst, un magnate de la prensa, aspirante a político, empresario, inversionista, y en resumidas cuentas, una de las figuras más poderosas que emergiera durante la década de los treinta en los Estados Unidos.

Mankiewicz y Hearst

Ciudadano Kane (1941)

Una de las rarezas y atracciones de San Simeón en la costa de California, es el castillo Hearst. Su dueño fue William Randolph Hearst, unas las figuras más importantes del periodismo, porque se le asocia con la creación de la prensa sensacionalista. A partir de la publicación The San Francisco Examiner, el ostentoso y excéntrico millonario fue capaz de crear una forma de informar que a la vez se convirtió en un éxito de ventas.

Al dicha publicación, bajo su cargo, se le atribuyen diversas cuestiones como incluso el nacimiento de conflictos bélicos tales como el enfrentamiento que tuvo Estados Unidos con España durante la Guerra de Cuba en La Habana en 1898. Por aquella época los hermanos Lumiere apenas esbozaban los inicios del cine, un formato que cuarenta años más tarde sería el motivo principal que le haría pasar a Hearst un mal rato al estreno de Ciudadano Kane.

William Randolph Hearst; Charles Dance en Mank (2020)

Cuando por Hollywood corrió la voz de que la película de Welles, era quizás una biopic descarada y no autorizada del millonario, éste intentó a toda costa detener la producción y más adelante comprar el filme para guardarlo en una bóveda y detener su exhibición. A su campaña contra la película, se le atribuye el fracaso comercial que resultó en un inicio, sin embargo, la crítica no estuvo de acuerdo con él desde aquel momento y quince años más tarde, a su reestreno, la película alcanzó la popularidad que merecía.

Quien nunca obtuvo quizás la popularidad que merecía fue el mencionado guionista Herman J. Mankiewicz, siempre a la sombra de Orson Welles, y quien supuestamente es el único autor intelectual del guion de la película. Si Mankiewicz conocía con detalle la vida del magnate de los periódicos, es porque fue bien recibido durante muchos años en aquel famoso castillo californiano.

Mankiewicz y Hearst compartieron una «amistad» que más que eso, en realidad era una admiración profesional mutua por los diversos medios en los que se desenvolvían. Entre las exorbitantes fiestas y las cenas de etiqueta, ambos incluso configuraron la productora Cosmopolitan Pictures, nacida con el único propósito de llevar al estrellato a la amante de Hearst, la actriz de Hollywood, Marion Davies. Aunque Davies nunca pudo alcanzar el estrellato deseado, la crítica Pauline Kael recoge en su ensayo que la actriz sin duda tenía talento, pero la ostentosa campaña de promoción erigida por Hearst resultó en un acto contraproducente.

William Randolph Hearst y Marion Davies

El buen Mankiewicz, por cierto, conocía bien a Marion e incluso compartía con ella una relación igual de buena que la que llevaba con Hearst, por lo que quizá se pueda interpretar como una traición de su parte, el que hubiera exhibido muchos de los detalles de su vida en el guion de Kane. Existen historias que afirman que «Mank» fue corrido del ostentoso castillo una noche, durante una fiesta, porque el dueño del mismo se había cansado de tolerar el problema del guionista con el alcoholismo.

¿Venganza de Mankiewicz? Quizás. Pero lo que es un hecho es que sin ésta historia detrás, Ciudadano Kane nunca hubiera existido. Al final Mankiewicz ganó el Premio Óscar por el guion de la película, en compañía de Orson Welles, el director al que también traicionó cuando en un principio acordó con él que escribiría el guion en el anonimato y después se arrepintió al comprobar que se trataba probablemente del mejor manuscrito que había escrito nunca.

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