Esta columna nueva pretende –el lector deberá decidir si con éxito o fracaso– formar trilogías no oficiales; es decir, películas que dialogan entre sí: que aunque fueron realizadas por personas distintas y en diferentes momentos de la historia, pueden ser vistas como parte de una sesión temática. La primera de dichas trilogías se la dedicaremos a las hermanas: Las vírgenes suicidas (1999) de Sophia Coppola, Mustang: Belleza salvaje (2015) de Deniz Gamze Ergüven y la reciente versión de Mujercitas (2019) configurada por Greta Gerwig; tres obras que conversan entre ellas por sus visiones de la juventud femenina y sus discursos sobre el papel de la mujer en sociedades distnitas.
Si de coming of age se trata –género que se centra en el crecimiento de uno o más protagonistas durante la transición de la juventud a la adultez–, y sin duda estas tres películas, en conjunto, tienen mucho que decir al respecto.
La directora Deniz Gamze Ergüven es oriunda de Turquía, pero residente de y crecida en tierras francesas. Su educación le permitió convertirse en la cineasta internacional que es en la actualidad, sin embargo, quizás de permanecer en su lugar de nacimiento las cosas habrían sido muy distintas. Su película debut responde a la necesidad de reflexionar sobre la represión patriarcal que se «mantiene» en muchos lugares del mundo bajo preceptos políticos y, sobre todo, religiosos. En Mustang, un grupo de hermanas que recién terminan una etapa escolar de la adolescencia salen con otros amigos varones a una velada y allí se suceden los acercamientos propios de las hormonas. Su abuela y su tío, con quienes viven, se enteran de esta situación por lo que deciden en guardarlas celosamente en casa, mientras les buscan esposos a cada una de ellas para desposarlas lo más pronto posible, antes de que sus virtudes sean mancilladas.
De pronto, las vidas de estas mujeres transforman: en represión y encierro. Pero esta dinámica no será aceptada de buena gana por las jóvenes, quienes con sus acciones colectivas harán eco de muchas otras voces femeninas que se niegan a la sumisión. El título de la película se refiere a los mustangos, una raza de caballos que se niegan a ser amaestrados. La metáfora funciona para dos propósitos dentro de la cinta: narrar el paso a la adultez de un grupo de jóvenes, para darle el giro al situarlas en un contexto cultural y social que por costumbre construye situaciones de juventud interrumpida.
Uno de los mayores atinos del primer filme de Sophia Coppola es su constante estética onírica y preciosista para retratar un argumento que en realidad resulta en lo contrario. La narrativa tiene al centro a cinco jóvenes hermosas, pero se construye a partir de los recuerdos de varios hombres que las anhelaban. Sin embargo, el suicidio de la menor de ellas decanta en un alteración de la cotidianidad, tanto para la familia protagonista de la tragedia, como para todos los chicos que les circundan.
Coppola aprovecha la oportunidad para hablar del despertar sexual y de esas primeras veces que se rompe el corazón. Además, la película invita al espectador a reflexionar sobre el conservadurismo extremo. Luego de la muerte de la más joven, sus padres opinan que lo mejor es sobreproteger a sus hijas restantes, antes que arriesgarse a perderlas y las dinámicas familiares revelan que aquí existe una crítica hacia la represión de todo un lote de mujeres que pierde la oportunidad de experimentar y descubrir el mundo por sí mismas.
A pesar de que la cinta está basada en una novela del siglo XIX, escrita por Louisa May Alcott, y de que su contexto probablemente se perciba «superado» de cierta forma, la directora Greta Gerwig ha sabido darle ese toque de vitalidad y modernidad a un clásico que nunca ha dejado de editarse ni de considerarse fresco. Su enfoque en la creatividad y autoría femenina, en una sociedad que dictamina el papel de la mujer, se perciben como algo característico de nuestra actualidad. Triunfa en su forma y fondo porque es ingeniosa para narrar la historia, mientras resulta profundamente emocional en cada uno de los conflictos de sus personajes.
Sus personajes son un grupo de hermanas que se enfrentan al mundo, ante la ausencia de un padre proveedor. Sus lazos fraternales, alimentados por una madre que las instruye a los valores, y la complicidad innata de su condición como hermanas, serán el arma con la que tratarán de conquistar sus sueños Todas ellas demuestran diversos anhelos: desde el amor y la necesidad de construir una familia, hasta la devoción por alimentar el talento y aplicarlo en una profesión. Sus enseñanzas también lo son para el espectador y por ello Mujercitas resulta relevante.
Si bien las películas comparten la característica de un grupo de hermanas descubriendo el mundo, su inclusión en esta trilogía no oficial resuena sobre todo por sus discursos: mujeres que luchan por apropiarse de su lugar en el mundo. El hecho de tener a tres grupos de hermanas le brinda al espectador una diversidad de opiniones y miradas, que además sirven para ejemplificar diversas situaciones cotidianas. En Mujercitas a Joe March se le recuerda que una mujer no puede ser una exitosa escritora de novelas; en las Vírgenes Suicidas a Lux y sus hermanas se les sobreprotege de las maldades del mundo imponiéndoles así una exagerada cuarentena; en Mustang se menciona que las mujeres no deben reír y su misión es aprender a cocinar.
Las tres películas afirman que todas las hermanas, como grupo y como entes individuales, aspiran a algo mayor y merecen mucho más de lo que el mundo les ofrece. Y ellas toman conciencia de ello, mientras se enfrentan a él por primera vez y conocen todas las virtudes de la vida y sus características dificultades.
En un visionado conjunto, la similitud de sus historias resuena con mayor potencia, gracias a la diversidad que existe entre las estéticas y narrativas cinematográficas de cada una de ellas. Mientras que el filme de Coppola se percibe como onírico y poético, construido a base de flashbacks, la película de Ergüven se acoge a un realismo estético que bebe mucho al género documental. Finalmente, la mano de Greta Gerwig ofrece un tono romántico y dramático, más convencional para el espectador promedio (aunque tampoco lineal). Ver cada una de ellas es una experiencia diferente.
La entrada Trilogías no oficiales: Descubrir el mundo entre hermanas se publicó primero en Cine PREMIERE.
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