«¡Roberto García es Conquistador Latino!», resuena en los potentes parlantes que este ‘disc–jockey‘ montó en su azotea para poner a bailar a los vecinos de Naucalpan, en el Estado de México, y hacerlos olvidar momentáneamente del coronavirus.
García, de 38 años, es «sonidero«, un tipo de DJ muy popular en México que mezcla música y luces en bailes callejeros, con la particularidad de que envía constantes saludos al público.
Ante la imposibilidad de celebrar festejos por la crisis sanitaria, decidió llevar el espectáculo a su terraza, y con el éxito que tuvo, fue invitado a las azoteas de otras personas.
«A raíz de la pandemia no hubo permisos, no hubo lugares para salir a divertirse. Tenemos 20 años de esto de ‘Sonido Conquistador Latino’ y tuvimos que adaptar una nueva forma», explica Roberto, mientras su equipo alista el show nocturno.
«¡Desde la azotea para ti! ¡Saludos para Charly, la familia Arreguín y toda mi gente de la colonia Miramar!», arranca el hombre, cuyos mensajes se escuchan en los barrios cercanos. De fondo suena una versión tropical de «Mi cacharrito», famoso tema del brasileño Roberto Carlos.
Le sigue un desfile de cumbias y música electrónica para animar a los vecinos a bailar en sus casas y azoteas, junto con cientos de saludos que incluyen a quienes siguen la transmisión en Facebook.
«¡Estamos iniciando con sabor! ¡Para el ‘pitufo ratonero’! ¡Toda la gente de Los Reyes! ¡Toda la gente que ya está bailando en su azotea!», exclama el DJ al micrófono, en medio de un juego de luces que ilumina el sector.
Los moradores se asoman con sus celulares encendidos como pedía el cartel del evento.
Roberto no cobra por el espectáculo. Su motivación -dice- es llevar alegría a las personas confinadas por el nuevo coronavirus, que en México, de 127 millones de habitantes, deja 40 mil 400 muertes y 356 mil 255 contagios.
«Nosotros estamos absorbiendo todo el gasto que genera subir y bajar el equipo, el traslado. Sin embargo, nos motiva brindar música a la gente como forma de terapia, de diversión, de esparcimiento», señala.
De lentes y pelo corto, Roberto tiene una empresa que fabrica muebles de oficina. El de sonidero es solo su trabajo de fin de semana, además de un pasatiempo.
Sería difícil vivir de la música, cuando la industria está parada por el virus. «Nuestro gremio está completamente detenido y va a ser uno de los que más tarde en activarse, estamos sufriendo esto que está pasando en el mundo», afirma.
Hasta antes de la pandemia, un sonidero solía cobrar por presentación entre 10 mil y 60 mil pesos (de 450 a 2 mil 600 dólares), refiere el DJ.
Nos motiva brindar música a la gente como forma de terapia, de diversión
Aunque en México se han reanudado varias actividades tras la cuarentena, los espectáculos musicales y los centros de diversión nocturna no tienen fecha de reapertura.
Solo en Ciudad de México, unas 2 mil 600 salas y centros nocturnos están cerrados, lo que ha puesto en riesgo unos 380 mil empleos directos e indirectos, según la gremial Anidice.
Pese al ambiente festivo, Roberto no olvida las razones de fondo que lo obligaron a subir el show a la azotea, desde la que se observan gran parte del Valle de México y cientos de casas multicolor.
Antes de que la lluvia interrumpiera la mezcla, aprovechó la atención de los vecinos para honrar a las víctimas de la pandemia con un minuto de silencio.
«Desde su casa quiero que me apoyen con sus luces blancas», dijo, antes de pedir también medio minuto de aplausos para el personal médico que atiende la crisis.
Camilleros, paramédicos y todos quienes están en «contacto con esta enfermedad», enumeró Roberto. Las palmas de los vecinos reemplazaron la música.
IM
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