Todo parece indicar que la segunda edición del Mexico Prague International Film Festival (certamen que se enfoca en difundir el cine mexicano en la ciudad de Praga), programado del 11 al 15 de septiembre próximos, entrará al limitado grupo de eventos cinematográficos que sí se celebrarán de manera presencial en este año. La situación puede cambiar, por supuesto, pero se pronostica que en las semanas siguientes las cifras de contagios en el centro de Europa continúen siendo tan reservadas como hasta el momento. En dichas previsiones confía asimismo el cofundador del festival, Patricio Ibargüengoitia, quien accedió a tener una charla con nosotros: “sinceramente los números del Covid en la República Checa y en Praga en particular han sido de los más bajos desde que empezó esta crisis. Me parece que aquí ni siquiera se le ha llamado pandemia”.

Aunque se encuentra del otro lado de la pantalla (la cita es virtual), el buen ánimo de Ibargüengoitia parece inagotable. Y no sólo eso: es de los que se contagian. Ante ello resulta inevitable preguntarse si su célebre y finado tío Jorge, autor de Los relámpagos de agosto, entre otros títulos geniales, sería capaz de tales muestras de optimismo. Como sea, el entusiasmo de Ibargüengoitia se percibe honesto, más cuando se da a la tarea de explicar los orígenes del Mexico Prague International Film Festival: “nuestra intención es traer la cultura mexicana a la República Checa. Me explico: yo vivo en Praga desde hace quince años y soy restaurantero. Este año abriremos ya el sexto establecimiento y admito que nos ha ido bien en ese rubro. Sin embargo, siempre he sido de la idea de que una empresa no puede existir de forma correcta en otro país si no promueve su cultura. La cultura debe de estar antes del producto”.

Fue de hecho con esa intención que, desde 2009, Ibargüengoitia organiza La Calle Mexicana, la cual consiste en cerrar una avenida de la capital checa por doce horas con el objetivo de ofrecer a los asistentes diversas muestras de la riqueza cultural nacional, mismas que van desde la oferta gastronómica hasta la curaduría de exposiciones o la presentación de bailes folklóricos. “La Calle Mexicana es el antecedente directo del MPIFF”, afirma, “año con año acuden a ella unas treinta mil personas y, aunque estábamos muy contentos con eso, yo sentí que podíamos expandir aún más las posibilidades de mostrar lo que se hace en México. La creación de un ciclo de cine me pareció la mejor opción, así que un día tomé el teléfono y le marqué al actor Damián Alcázar (también codirector del festival) para comunicarle la idea. ‘Excelente, vámonos, tienes mi apoyo’ me dijo luego, luego y fue así que montamos la primera edición el año pasado”. Con lo que respecta a la relación con el protagonista de El complot mongol, Ibargüengoitia confiesa que se remonta a una década por lo menos: “Damián (Alcázar) admiraba a mi tío y, como sabes, protagonizó la adaptación al cine de una novela suya, Dos crímenes. La cuestión es que coincidimos en Praga cuando él rodaba Las crónicas de Narnia: el príncipe Caspian y nos hicimos amigos. Desde entonces nos mantuvimos en contacto”.

Para esta ocasión, el festival se ha dividido en dos secciones. La primera consiste en una muestra de once largometrajes (cuatro de ficción y siete documentales) que ya han pasado por la cartelera mexicana o bien ya han sido presentados en otros festivales, mientras que la segunda la componen cuatro documentales que fueron elegidos mediante convocatoria abierta y que serán sometidos a concurso. “Tuvimos la fortuna de conseguir cintas como Chicuarotes, Las niñas bien o el documental Tempestad, que en lo personal creo que llamará mucho la atención entre el público local, por no dejar de mencionar Polvo, de José María Yaspik, con la que cerraremos el festival”, admite, “pero también está esa otra parte del concurso que nos parece muy importante y que esperamos que crezca en el futuro, con más gente joven de Latinoamérica que estudie cine o haya estudiado cine y que quiera presentar su película. Además, la idea es que haya actividades como workshops, conversatorios y otras actividades que permitan un intercambio entre cineastas jóvenes latinoamericanos y checos. Este año y debido al coronavirus todo se hizo más complicado, pero aun así pudimos organizar un Q&A con Antonio Riestra, quien fue director de fotografía de Last Knights. Es importante decir que también estamos en pláticas con la escuela de cine de Praga, que posee un gran prestigio, en un intento por conseguir becas de estudio de algún tipo para los ganadores de futuras ediciones del MPIFF”.

Pese al escenario desfavorable que ha traído consigo el Covid y que, entre otras cosas, imposibilitará la visita de muchos invitados (entre ellos el propio Alcázar), Ibargüengoitia estima que al menos unas tres mil personas acudirán a las proyecciones de cine mexicano en Praga, mismas que serán realizadas en antiguas salas que por lo general exhiben cine de arte: “nos ayuda, claro, el que las cifras del Coronavirus acá sean bajas en comparación con otros lugares, pero además de eso tengo que decir que la gente checa, sobre todo la joven, está ávida de conocer más de México y del cine mexicano, por no dejar de mencionar a la gran cantidad de hispanohablantes que posee una ciudad multicultural como Praga. Creo, pues, que pese a las adversidades actuales nos irá bien, y que el próximo año podremos celebrar por lo alto una tercera edición”.

Para saber más del festival y consultar su programa completo el enlace es el siguiente: www.mpiff.org

La entrada Praga recibe con brazos abiertos al cine mexicano se publicó primero en Cine PREMIERE.

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