Hace un par de años se estrenó The Dirt, película biográfica que narraba el ascenso a la fama, la frenética vida de rockstar y la lenta pero dolorosa caída de la época dorada de Mötley Crüe. La cinta recibió críticas mixtas pero, eso sí, nos mostró un entretenido retrato de la banda durante los 80 con algunos detalles interesantes.
Entre esos detalles, vimos una fugaz mención de aquella mítica anécdota en la que Nikki Sixx había muerto tras una sobredosis de heroína… hasta que un paramédico le inyectó adrenalina en el pecho para salvarlo. Como muchos sabrán -y como dicta la leyenda-, esa experiencia habría inspirado la creación de “Kickstart My Heart”, uno de los sencillos más exitosos del álbum Dr. Feelgood (1989).
Sin embargo, el relato detrás de la resurrección del bajista tiene más de una interpretación. La otra parte, una que quizá no muchos conocen, es la que involucra al entonces baterista de Guns N’ Roses, Steven Adler. En esta ocasión, revisitaremos la historia detrás de la canción y los instantes que tanto Steven como Nikki recuerdan tras una turbulenta noche de “sexo, (muchas) drogas y rock n’ roll”.
La adicción de Nikki Sixx
¿Era Mötley Crüe la banda más salvaje de la escena musical en los años 80? Muy probablemente. Y honestamente, no sería descabellado afirmarlo. El grupo cimentó su historia desde el Sunset Boulevard en West Hollywood, afianzados en las entrañas del famoso Whisky A Go Go y no había quien los parara. Con el éxito, vino el dinero y con el efectivo, una adicción aparentemente sin límites.
Nikki Sixx sería, en ese sentido, el más autodestructivo del combo angelino. En el libro biográfico The Dirt: Confessions of the World’s Most Notorious Rock Band -que se supone es la fuente para la película de 2019-, el bajista señala que su acercamiento con la heroína se dio en 1983 cuando el grupo trabajaba en Shout at the Devil, su segundo disco.
El vicio se acentuó aún más cuando en aquella época, chocó su automóvil contra un poste y le tuvieron que arreglar el hombro dislocado. La droga ya no solo era un motivo de fiesta para él; también era una especie de analgésico para el dolor. “La heroína comenzó a consumirme, primero para matar el dolor del hombro y luego para matar el dolor de la vida…”, dice Sixx en dicho libro (vía Newsweek).
De ahí en adelante, el también compositor empezó a inyectarse con más frecuencia luego de que un amigo suyo, un integrante de la banda RATT, lo introdujera en el consumo intravenoso. “Todo había terminado. La primera vez que me inyecté, me desmayé… Con esas primeras inyecciones, supe que mi vicio iban a ser drogas por el resto de mi vida”, recordaba el músico. La parte más dura de su adicción vendría en los años siguientes.
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Las dos resurrecciones del bajista de Mötley Crüe
Como dijimos antes, Mötley Crüe podría ser considerada la banda más salvaje y destructiva de los 80. La prueba de ello estaba en las giras que realizaban con artistas de la talla de Ozzy Osbourne, con el cual se embarcaron en 1983 para el Bark At The Moon Tour. En esa famosa etapa, el “Príncipe de las Tinieblas” y la banda californiana acostumbraban a hacer fiestas alocadas en las que, según se dice, aspiraban hormigas y Ozzy hasta se bebía sus propios orines… pero eso no se comparaba con lo que vendría años después, especialmente para Nikki Sixx.
Para la segunda mitad de la década, por ahí de 1986, el bajista tuvo su primer acercamiento con la muerte. Al final de la gira que sostenían con Cheap Trick por Inglaterra, un traficante londinense le ayudó a inyectarse. La dosis lo hizo desmayarse y como lo menciona en el libro, Nikki se despertó viendo cómo el vendedor lo llevaba cargando en sus hombros dispuesto a tirar su cuerpo en un basurero, pues se había cansado de intentar resucitarlo.
Ese hombre, además, usó un método muy poco ortodoxo para revivir a Sixx. “Tenía enormes golpes en los brazos y el pecho por haber sido golpeado con un bate de béisbol. Esa fue la idea del sujeto: pensó que podía causarme tanto dolor que mi cuerpo reaccionaría“, escribió Nikki en The Dirt.
Lo peor estaba por venir. En 1987, meses después de que Mötley Crüe se anotará otro éxito con el disco Girls, Girls, Girls, el grupo se encontraba de gira con la entonces nueva sensación del rock, Guns N’ Roses. Una noche de diciembre -se dice que el día 23- Nikki Sixx salió a enfiestar con Slash, Steven Adler (ambos de GNR), Robbin Crosby (RATT) y algunos miembros de Megadeth en el Hotel Franklin Plaza.
El líder de los Crüe llamó a su dealer y le pidió que le inyectara una dosis, misma que acabó momentáneamente con su vida. Sixx no reaccionaba y entonces una ambulancia debió llegar por él. Se dice que el traficante incluso salió del lugar corriendo y gritando “¡Acabo de matar a Nikki Sixx!”. Vaya momentos de tensión.
Ya en el vehículo de emergencias, los paramédicos lo habían declarado muerto. Así permaneció durante dos minutos, pero uno de los doctores se aferró e inyectó dos jeringas con adrenalina directo en el pecho de Nikki. Ese hombre ‘reactivó el corazón’ del músico (de ahí el título de “Kickstart My Heart”).
Algunos medios ya informaban sobre su muerte y según parece, otros tantos más buscaban intentaban confirmar los hechos tanto en el hotel como en el hospital donde fue a parar el bajista. La noticia se les cayó toda vez que Sixx salió del hospital por su propio pie tras ser estabilizado. Vince Neil, vocalista de Mötley Crüe, comentó en su momento que su compañero se había arrancado las intravenosas y los tubos de la nariz para irse como si nada, diciéndole a todos que “se fueran a la mierda”.
La versión de Steven Adler
Como dijimos, en esa casi fatídica noche también se encontraba el entonces baterista de Guns N’ Roses, Steven Adler. 30 años después de la noche que inspiró “Kickstart My Heart” de Mötley Crüe, Adler dio su versión de lo sucedido. De acuerdo con el músico, Nikki ya había regresado en sí justo antes de que llegaran los paramédicos.
Según dijo Steven en 2018 a la cadena de radio Triple M (vía Loudwire) de Australia, fue él mismo quien hizo reaccionar a Sixx llevándolo a la tina del cuarto para mojarlo y golpearlo un par de ocasiones en la cara. Ya después, los doctores solo lo habrían trasladado al hospital.
Esa canción de ‘Kickstart My Heart’, la escribió sobre los paramédicos que tomaron una jeringa y le hicieron esa cosa estilo Pulp Fiction [inyección de adrenalina]. Pero no hicieron eso. Yo lo arrastré al ducha con una mano rota y un yeso en mi mano, lo rodé, lo metí al agua fría y comencé a abofetearlo en la cara con mi yeso. Y lo siguiente que sabes es que el color púrpura en su cara [por la falta de aire] simplemente desapareció. Entonces, en ese momento, entraron los paramédicos y lo sacaron de la ducha como a un muñeco de trapo, lo dejaron caer en la sala y simplemente le bombearon el pecho con las manos.
Lo curioso es que la versión de Steven Adler nunca ha sido desmentida ni confirmada por los testigos y mucho menos por el propio Nikki Sixx. En una de esas, ambas versiones -la de las jeringas y la del baño con agua fría- podrían haber sucedido en la misma noche. No lo sabemos, pero es una hipótesis interesante para una legendaria historia del rock.
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