Tras ver este cortometraje no perdamos el tiempo en preguntas inútiles. Olvidemos las explicaciones racionales, los descalabros de cabeza. Nimic, de Yorgos Lanthimos, se disfruta mucho más si uno supera el desconcierto inmediato que genera y, tras respirar hondo un par de veces, permite que su contenido vaya de manera directa al subconsciente, donde hay que dejarlo reposar algunos días –habrá quien necesite semanas–.
Luego de ese tiempo de gracia será posible –ahora sí– hacerse cuestionamientos que, si bien tampoco obedecen a la lógica, serán de lo más interesantes, sobre todo si no se los ubica un plano general, sino que se opta por formularlos para uno mismo:
¿Estoy seguro de ser aquel quien creo que soy?
La anterior es una duda que probablemente surgirá al inicio de este ejercicio: duda, cabe decir, que no sólo es válida sino que también suele ser de lo más entretenida.
Acá otra más: ¿qué significado esconde un objeto de lo más ordinario –pero a la vez dotado de una potente simbología, según nos lo muestra la obra de Dalí– como lo es un huevo?
Y si, tal es mi caso, prefiero comerlo estrellado que pasado por agua: ¿eso es una señal de que poseo una mejor entereza psíquica y emocional que aquellos que los prefieren tibios?, ¿tengo más capacidades, pues, de salvaguardar a mi Yo?
A estas alturas, y tras tantas películas que hemos visto de Lanthimos (mis condolencias para quien no lo haya hecho: se ha perdido de muchísimo), ya deberíamos saber que al director griego no se lo puede leer de manera convencional, salvo en La favorita, y eso con sus bemoles. Lo mismo sucede con David Lynch. Ambos presentan mundos salpicados de onirismo y aparentes desvaríos que, si bien se hallan en las antípodas del cine comercial al que estamos acostumbrados, tienen la cualidad de quedarse en nuestras cabezas con incluso una mayor intensidad y persistencia. Yo ahora mismo no puedo recordar con claridad una sola secuencia memorable de Gemini Man, pero, ay, ¿cómo sacarse de la mente aquella siniestra familia de conejos de Inland Empire o, claro, esa tremenda escena de autolesión dental de Dogtooth?
Sirva esta última reflexión para continuar con la divertida modalidad de las interrogaciones. Yo, por ejemplo, no puedo dejar de preguntarme si preferiría encontrarme en el cine una pesadilla de Lynch filmada por Lanthimos o si optaría por la ecuación inversa. En aras de mantener mi paz interior creo que me decantaría por lo primero, pero no estoy del todo convencido. Necesito aún algunos meses más para terminar de ubicar en mi cerebro lo que a continuación enumero: la mirada perdida de Matt Dillon; un chelo estridente; las calles solitarias de la Ciudad de México; un par de blanquillos bailando entre agua prístina y burbujeante. Después de eso, ya veremos.
Nimic está disponible en MUBI Latinoamérica. Su realización también contó con la participación del cinefotógrafo mexicano Diego García y la diseñadora de producción mexicana Daniela Schneider.
La entrada Nimic, de Yorgos Lanthimos: ¿Estoy seguro de ser el que soy? se publicó primero en Cine PREMIERE.
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