Una de las particularidades de presentar filmes en una fiesta que celebra a la cultura, como lo es el Festival Internacional de Cine de Morelia, es poder contar narrativas relevantes para el contexto social de la audiencia. En ese sentido, La diosa del asfalto del director Julián Hernández cumple con el cometido, al narrar la historia de las Castradores de Santa Fe, una de las pandillas callejeras femeniles más temibles del territorio chilango durante los años 80.
El relato, basado en hechos reales, y construido a partir de las vivencias de algunas de las sobrevivientes, nos lleva por las callejuelas empinadas de un barrio abandonado, en donde sobreviven los más fuertes, los que se avientan al ruedo para defender a su territorio y a los suyos. Los hombres dominan dicho escenario hasta un grupo de mujeres, comandado por Max (Ximena Romo) y Ramira (Mabel Cadena) dicen: ¡basta! Se unen así con otras para sobrevivir en un mundo dominado por varones que les violentan ante cualquier oportunidad, tanto dentro, como fuera de sus hogares.
En la película rara vez aparecen hombres en papeles fundamentales. Por ello la actriz Ximena Romo tuvo la sensación de que La diosa del asfalto era más importante y más grande que ella misma; una historia que merecía ser contada porque habla de los roles femeninos y de las mujeres, desde un punto de vista mucho más diverso, interesante e inteligente.
“Siento que a veces a la mujer se nos ubica en una cajita única en la que todas tenemos que ser iguales, vernos iguales y funcionar para lo mismo”, explicó Romo. “Y eso a veces también funciona en el cine, pero aquí no. Estamos hablando de historias que giran alrededor de ellas mismas y no de alguien más, o de un hombre”.
La actriz Mabel Cadena por su parte, apunta que el cine mexicano no tiene por costumbre hablar sobre las mujeres desde un lugar de poder y fuerza. Esta película rehúye a todo aquello porque las protagonistas no persiguen convertirse en hombres, sino que desde su propia diversidad, cada una de ellas buscan cuidarse, protegerse y defenderse de un mundo cruel.
“Me parece tan lleno de riqueza y poder, mostrar este mundo de una manera sin endulzar nada, a través de un guion que es tan potente, que de verdad, más allá de como actriz, como mexicana me siento muy orgullosa de ver en pantalla grande”, concluye.
Para los productores Roberto Fiesco e Iliana Reyes, la tarea de llevar a la pantalla esta historia no fue sencilla, considerando que muchas de las locaciones reales en las que se desenvolvió la historia, ya no existen en la actualidad. Especialmente porque el director, empeñado en recrear las vivencias de su infancia, muy cercanas a la zona real de Santa Fe, decidió que las “castradoras” tenían que ser filmadas en estructuras complejas de calles inclinadas, mitad rurales, mitad urbanas, con las luces de la ciudad observando desde abajo.
“Julián [Hernández, el director] tenía muy claro en dónde y cómo quería filmar, fue un gran reto poder filmar en estos lugares”, dijo Iliana Reyes. “Fueron siete semanas muy complejas, muy divertidas y de mucho aprendizaje”.
Roberto Fiesco, por su parte, complementó al afirmar que las locaciones eran una exigencia misma de la historia. “Fue además un rodaje muy particular porque hacíamos dos horas de camino para llegar allí. Como productor a veces estás presente un rato y luego te vas a atender otros asuntos a la oficina, pero este rodaje te exigía que estuvieras allí todo el tiempo. Fue un proceso muy gozoso en realidad”, dijo el productor.
Según palabras de Julián, la película no es un relato sobre la violencia persé, sino una reflexión sobre la solidaridad y fraternidad femenina. El guion fue escrito por Inés Morales y Susana Quiroz, a partir de sus vivencias en la década de los años 80. Resultó complicado que en la industria se le prestara atención a una historia tan particular, que intentó durante casi dos décadas encontrar luz verde y un equipo dispuesto. Por fortuna, Julián Hernández fue testigo del proyecto desde su génesis.
“Tuve la fortuna de ver cómo ellas construían esta historia y siempre le tuve ganas. No lo voy a negar, desde el momento en que conocí el argumento, me recordaba mucho las películas que veía de joven y, en algún momento, con mi familia vivimos muy cerca de donde se desarrolla la historia”, relató Julián.
La diosa del asfalto tendrá su primera proyección al público el próximo sábado 31 de octubre, en la sede principal del Festival, ubicado en el centro de la capital michoacana. Asimismo, podrás ver la película de manera gratuita en Cinepolis Klic si te registras el 31 de octubre a partir de las 9 de la noche aquí.
La entrada FICM 2020: Las mujeres dicen ¡basta! en La diosa del asfalto se publicó primero en Cine PREMIERE.
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